Un día aparezco, te escribo, te confundo. Al día siguiente no existís. No aparezco por días. Te busco, no te encuentro, te escribo y vuelvo a desaparecer.
¿A qué mierda estás jugando?
Por suerte ya me acostumbré a tu sucio juego de porquería. Ya no te espero, me da igual si apareces, si me escribís, si me buscas. Algún día te esperé, hoy ya no.
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