Buen título para esta entrada, para escribirte y que nunca jamás en la vida te enteres.
Te conocí hace 4 o 5 años, no recuerdo bien, pero te vi y me flecheaste. Sí, te conocí y te vi yo, por que vos ni me registraste. Quise hablarte, conocerte, tocarte, observarte, tantas cosas. Pero no, dije "que me va a dar bola este pibe". Y ahí quedaste, archivado, como la gente adulta guarda esos recuerdos y se hacen añejos con el tiempo.
Te volví a cruzar, después de 4 o 5 años, no recuerdo bien. Pero al fin el destino nos unió, te acercaste, me hablaste, me conociste, me tocaste, me observaste. Qué cosa de locos el destino, ¿no?. En fin, la primera vez que te vi, que arreglamos para vernos, bien de cerca, solos, a la luz de la luna, sin gente alrededor. Yo estaba muerta de miedo, tanto temía que el miedo me terminó ganando y huí. Sí, me fui corriendo, sin darte explicaciones. Perdón, fueron mis fantasmas. Pero que ibas a entender vos de fantasmas. Me arrepentí, nunca quise dejarte. Pero lo hice. Me hablaste, te preocupaste, te expliqué, te conté de mis fantasmas, teniendo la fe, la esperanza de me entiendas. A lo que respondiste cual machito "me chupa un huevo". Me dolió, no quería perderte. Pero en ese momento tal vez era lo mejor...
Moría por volver a escribirte, volver a verte, arreglar las cosas.
Pasó un mes, tomé coraje, te escribí. Sí, dejé mi amado orgullo de lado por vos. Basura.
Hablamos, me dijiste que tenías ganas de volver a verme, no lo podía creer. Creí que nuestra historia ya tenía un punto final.
Nos vimos, no pare de observarte, tu piel, ¡me encanta tu piel!, tus ojos, tu forma de vestir, tu típico corte de pelo, tus patillas, en fin, vos. Como siempre me gustaste. Tan vos.
Hablamos, y mientras te hablaba me acariciabas el pelo, como en la primera cita, que me encantó por cierto. Tan educado vos, pendejo.
Tres cervezas después, me invitaste a tu casa, a tu cuarto, a tu pequeño mundo. Acepté, ya me la venía venir y me había preparado para tal ocasión.
Llegamos, tenía miedo, nunca te lo dije, ¿para qué? Si no ibas a entender.
Me acerqué a una de tus ventanas y encendí un cigarrillo para relajar.
Empezamos a jugar, cual niños, pero vos, tan machito jugabas violento. Yo tan pendeja con poca experiencia jugando iba perdiendo. Sí, jugué mal.
Terminó el juego, te levantaste y me dejaste. Te esperé, volviste.
Te diste vuelta y te fuiste a dormir, observé tu espalda, me dí la vuelta también, después de ver tu espalda, quise romper a llorar, me controlé. Si jamás ibas a entender que otra vez me atacaron los fantasmas.
Me controlé, pero dos lagrimas cayeron.
Quería protección, TU protección. No quería volver al mismo cuento de antes, estaba harta de vivir el mismo final.
Te esperé tanto para terminar como todos terminan conmigo, fuiste uno más...
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