Pensaba en lo increíble que me parece el encuentro casual de dos personas desconocidas. En una ciudad saturada de millones de latidos dispersos. En un mundo de otros miles de millones de corazones. Entonces el segundo en el que un par de miradas extrañas se encuentran por primera vez. Las primeras palabras que intercambian. Ese momento en el que un desconocido pasa a ser alguien en la vida del otro. Y entre todos esos miles de millones de desconocidos girando por el mundo, elegirlo a él.
Y así fue como en pleno show entramos a cruzar miradas. Vos tan drogado, yo tan borracha. Hasta que me acerqué y te hablé.
Te dije cualquier pelotudez para sacarte conversación, me invitaste al bar.
Nos encontramos, te vi venir (creí que no pasaría). Nos sentamos a hablar. No nos entendíamos un carajo, pero las miradas nos decía todo. Birra va, birra viene. Me besaste. Nos fuimos de la mano recorriendo toda la ciudad, hasta que te fuiste. Te tuve que despedir en el aeropuerto.
Fue la despedida más trágica, me besaste y susurraste "Muchas gracias" así, con tu acento francés tan hermoso.
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