No podía dormir. La cabeza no paraba de torturarme.
Anoche fui a una fiesta, me emborraché. ¿Qué me hace creer que el alcohol va a llenar ese enorme vacío que dejaste?, ¿qué me hace creer que el alcohol me va a hacer olvidar(te)? No sé. Besé a un chico esa noche. Me negué a tener sexo con él, y me dejó sola, en un cuarto oscuro. Sola, ahí estaba yo de nuevo. Borracha y sola. Comencé a vomitar. Claro, mi cuerpo no resistió tanto alcohol, no resistió tanto vacío, no resistió tanta herida. No. Tan simple como un no. El no que no entendiste. Seguiste insistiendo hasta que te fuiste. Y ahí estaba yo de nuevo, sola. En esa habitación grande y oscura. Borracha y vomitando, sola. Pero... ¿qué ibas a entender vos de mi soledad? Si cuando me clavaste tu primer puñal sonreías. Y yo, te perdoné, pensando que ibas a cambiar. Y volviste. Volviste a clavar otro puñal. Y otro. Y así, y ahí estaba yo, perdonándote. ¿Por qué? Porque estaba sola. Y me aferraba a algo que era un circulo vicioso. Sin vos estaba sola. Con vos estaba sola. Siempre sola. En esa habitación grande y oscura. A veces borracha, a veces sobria. Pero siempre sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario