Se engañaba a si misma cuando decía que no quería nada con nadie, que estaba perfectamente sola. Se engañaba porque sabía que en el fondo, si quería estar con alguien, sentía que necesitaba una persona a su lado que la cuidara, que la mimara y que estuviera con ella siempre. Estaba cansada de esperar a ese chico que todo el mundo le decía que llegaría pronto, ¿qué concepto tenía la gente por pronto? Para ella, pronto era demasiado tiempo. También estaba harta de que otro idiota más, con su palabrería, le rompiera otra vez el corazón. Pero, aún así, a pesar de todas las veces que le habían hecho daño, de todas las veces que había tenido que recomponer su corazón pedacito a pedacito, seguía creyendo en los hombres, seguía creyendo que había algo bueno en ellos, solo que tenía que buscarlo. Se sentía tonta por ello, ¿creer en los hombres? ¿Para qué? No hacían más que dar problemas y más problemas, pero parecía que le gustaba sufrir por los hombres, no paraba de dar oportunidad tras oportunidad, 'este es el último, ya no más, paso de ellos', se decía, sin saber que el próximo chico que le dijera algo bonito sería el próximo que le rompiera de nuevo el corazón. Ella y su extraña manía de dejar que le rompieran el corazón una y otra vez.